martes, 16 de septiembre de 2008

Advances in Architectural Geometry (II)

Si el primer día era el día del ohh...viena...oh...que sol que hace...oh...cuanto jugón suelto....y el del oh...no me entero de esta mierda....el segundo día fue más productivo, mejor aprovechado y con un tiempo de mierda.

Empezó la cosa con un pequeño workshop por parte de mis amigos de McNeel EMEA sobre panelización de superficies con unas herramientas desarrolladas especificamente para esta tarea tan de moda en los despachos de arquitectura, rollo me se va la pinza con esta superficie tope guapa y ya la dividiremos luego en trozitos que se puedan construir y colocar.
La verdad es que las Panelling Tools tienen su punto y su utilidad, pero a mi modo de ver, todo queda reducido a una perversión de dibujar cuadraditos o triangulitos sin ningún control dimensional o constructivo, con lo cual, después de cuadricular tu superficie pasas de tener una cosa inconstruible a tener mil piezas construibles pero diferentes...pero construibles...pero diferentes....pero construibles...Viva la Mass Customization!!
En fin, que después de un rato dándole a los botoncicos y despues de darme una vuelta del carajo por el centro de viena, intentando no comer en un macdonalds ni en un borriquín, para acabar haciéndolo en un puesto de frankfurts donde me sablaron 4 leuros por una salchicha que me abrasó la lengua porque la jodía llevaba queso liquido e incandescente dentro...pues llegó lo bueno.
David Rutten nos explicó, a mi, a mi amigo danés Jesper (él único que va más perdido que yo) y a Robert Aish entre otros, lo básico de ese programita que se llama Grasshopper, una maravilla visual que te permite programar visualmente geometrías complicadas. Ya postearé otro día sobre Grasshopper pero quedaos con el nombre y si os va un poco el diseño, bajaroslo y chafardearlo un poco, merece la pena.
Para acabar el día nos llevaron a un edificio cercano y nos dieron algo de cenar, una especie de recepción de inaguración, nada estridente, nada empalagoso. Por mi parte me puse ciengo de comida austriaca, que no mata, y cuando ya no quedaba nada por probar y nadie con quien apeteciera departir, agarré mis bártulos y me fui al albergue.

No hay comentarios: